Monday, September 25, 2006

Los apetitos de Lilith

Lilith, aún tendida sobre su costado derecho, subió la mirada para captar la entrada de la cueva. La luz se había extinguido nuevamente y la noche había caído.

Normalmente el fastidio la hacía presa como la sensación principal en noches solitarias como esa. Sin embargo, en esta ocasión su mente se encontraba poseída, cosa rara, por una sola serie de pensamientos y todos relacionados con ÉL.

Desde que había decidido abandonarlo, expulsando de su piel el aroma que le había dejado en el último encuentro y su nombre del recuerdo, Lilith había estado bien. Dedicaba su día a aprovechar cada minuto y compartirlo sin egoísmo, pues estaba cierta de que cada momento debe ser único y por ello, vivirse en carne propia, al máximo.

Pensaba, reflexionaba, buscaba soluciones, actuaba y se expresaba con libertad, quería hacer rodar al mundo y así era cada centímetro de lo que la hacía Lilith.

Tomaba lo que se le antojaba y lo que no, simplemente lo ignoraba (no era indispensable con seguridad) o lo desechaba sin importar nada más. "La verdad duele" decía, "pero prefiero una dura verdad que mil mentiras tersas".

La verdad de Lilith era que, ahora que había abandonado el paraíso, debía enfrentarse a seres malignos, creados distintos. Esos que están en esta tierra, no con el objetivo de ofrecer ni dar amor, sino para destruirlo. Esa manera de vivir no era disfrutable para Lilith (la hedonista guerrera le llamaban) y luchaba. Hablaba, explicaba, analizaba, justificaba, argumentaba y hasta gritaba, pero nada de eso era suficiente, como nadar contracorriente, para llegar a puerto seguro.

Luego de Adán, algunos hombres intentaron domar a Lilith; algunos forzándola, otros adorándola como una imagen hermosa pero sin vida. Lo cierto es que ninguno logró avanzar gran trecho a su lado o evitar que se aburriera, pero hoy, ese que también debía haber quedado en el pasado, volvía a la mente de Lilith.

Ella siempre había tomado lo que deseaba sólo por el hecho de poder y querer hacerlo. Pero cuando necesitó consuelo aprendió que para recibirlo, debía ser pedido, así como muchas cosas que no aparecen a simple vista y que suelen estar dentro de las personas; muchas veces sin que ellas se den cuenta.

Estar en malas relaciones con el Creador, tampoco resultaba un día en el parque. Luego de solicitar consuelo y ser colmada de amor fraterno, Lilith se sentía fortalecida, pero algo aún le hacía falta. Ese que no abandonaba la mente de Lilith la distraía.

Un buen día, ese varón en el pasado de Lilith recibió el grito de ayuda. Respondió con la misma necesidad : "Lilith, dame consuelo" y con otra tan conocida: "Abrázame y devora mi cuerpo, soy tuyo".

No era la primera vez que ella recibía esa expresa petición, sólo hoy sintió el deseo imperioso de cumplirla.

Recordaba de él su cuerpo desnudo, el pecho amplio y firme donde solía recostar segura la cabeza; las piernas largas y fuertes, sus brazos infinitos, envolventes y esa boca que parecía un abismo, tan placentero, que perderse en él no parecía mala idea aunque fuera por un breve instante.

Lilith sonrió traviesa. Suavemente levantó de su lecho el cuerpo desnudo. Con la agilidad de un látigo agitó su cabello moviendo grácil el cuello. Enderzó la espalda y salió de la cueva, guiando sus pies descalzos hacia la oscuridad.

Ella sabe que la esencia dulce que emana de su cuerpo es capaz de llegar a los confines del mundo, pero sólo le interesa que sea percibido en un punto específico y aún así, lejano.

Avanza elástica, como fiera en plena caza, y encuentra un claro. Se sienta sobre una piedra, reclina su cuerpo suave sobre uno de sus antebrazos, apoya el rostro en una mano y espera.

Él aparece, desnudo como ella, con esa mirada que penetra el alma pero toma suavemente al mismo tiempo, directo a sus ojos.

Como si quisiera entrar en ella a través de sus pupilas y sin apartar la mirada se detiene. En silencio la recorre completa de un extremo al otro con los ojos; le acaricia y cada recuerdo se vuelve presente. La piel blanca y lozana, los ojos brillantes y grandes, los senos firmes y suaves, las piernas fuertes y torneadas, con esas líneas que lo vuelven loco, la boca pequeña y carnosa, pero sobre todo lo demás ese aroma...

Lilith abandona la roca y avanza lenta hacia él. Juega con su cabello y su boca sugiere una sonrisa. Sus ojos no abandonan los de él en ningún momento, ni siquiera cuando está tan cerca que sus alientos, cada vez más acelerados, se mezclan.

Él tiembla un poco mientras Lilith mete entre su cabello los dedos para acariciarlo. Luego, ella le toma suavemente una mano para colocarla en su cintura, sin apartar de él sus ojos.

ÉL se acerca más y coloca sus labios rozando el cuello de esa primera mujer y, antes de hacer contacto entre la humedad y la piel, le dice quedo: "Te deseo".

Lilith se inclina un poco y ofrece esa larga línea de su cuello a los labios de él, al tiempo que toma su otra mano y la coloca sobre una de sus nalgas para abrazarse a él con fuerza.

Electricidad. Él siente cómo ella se va estremeciendo conforme sus manos van recorriendo primero la suave y torneada espalda, luego los duros y redondos glúteos, después los fuertes muslos pero aún, suaves y cálidos. Le toma suave los hombros y los besa, a la vez que siente cada vez más poderoso ese aroma que se va mezclando con su propia saliva.

Él se separa apenas del cuerpo de ella, sólo lo suficiente para buscar su boca, esa boca que le han dicho que es la condena eterna y que le responde húmeda, entregada y embriagante. Ya nada importa; los labios se tocan, se frotan, se mezclan y, antes de darse cuenta, Lilith sube una pierna a la cadera de él, regalándole el mapa al paraíso verdadero, mientras con las yemas de sus dedos largos y finos, recorre suave la espalda de su compañero.

Él percibe que su cuerpo cosquillea y ya no puede controlarlo. Se siente el hombre más fuerte, el más poderoso. Su cabeza no funciona, sólo el cuerpo que ahora se encuentra húmedo y en tensión.

Sin apenas percatarse, toma por detrás la parte interna del otro muslo de Lilith y la monta sobre su miembro mientras avanza hacia un árbol para poder sostenerse mejor. Ella se deja llevar, pero de tal foma que es la espalda de él la que se apoya en la corteza, al tiempo que sus labios mordizquean y humedecen el cuello y pecho de su amante varón, enardeciéndolo más.

Lilith lanza un suspiro profundo cerca de su oído y él siente que pierde la voluntad por completo; "Sé mía Lilith, dame tu cuerpo. Quiero que seas mía , sólo mía" le dice quedo de nuevo.

Lilith sube y baja rítmicamente mientras sus rodillas aprietan con firmeza las caderas de él y, como animal salvaje0, araña un poco su espalda; el placer se acerca.

Él cierra los ojos; ella gime. Él le acaricia los senos y su lengua juega con ellos, luego embiste. Lilith lo deja hacer mientras lo observa con los ojos entrecerrados y opacos. Arquea hacia atrás la espalda y él aprovecha para penetrarla con más fuerza. ¡Ahhhhhhhhh el paraíso! lo demás no importa. Ambos bailan con sus cuerpos conectados de nuevo y compartiendo el aliento, como antes.

La primera mujer se alimenta de su fuego, lo atraviesa con la mirada y él entrega su esencia en cada movimiento, mientras ambos parecieran abandonar sus cuerpos al servicio del placer. ¡Pobres Adán y Eva, de cuánto se pierden!

Ambos se mueven con más ritmo, sincronizados ahora, iguales. Ella suspira y él gime; ella gime y él suspira. El grito al unísono que desgarra el alma....Y luego el silencio.

Se cortan ambas respiraciones, las miradas se conectan congeladas. Llega la nada y el mundo parece detener su rumbo. El tiempo queda estático y con apenas un hilo de voz Él suplica: "Lilith, sé mía para siempre, sólo mía para siempre".

Ella se detiene. Su mirada se enfría y parece penetrarlo con ella. Apoya las palmas de las manos en el pecho de su compañero y destrenza las piernas. Sus pies se posan firmes otra vez en el suelo y le vuelve la espalda. Mientras tanto, la cadencia de su contoneo y la visión de su cuerpo desnudo alejándose provoca en el amante que un frío vacío lo invada por dentro. Silencio.

El viento se hizo suspiro...Y tal vez, sólo tal vez, una promesa.

6 comments:

Unknown said...

ACASO ESTE QUE REGRESO SI PODRA "DOMAR" A LILITH? POR LO PRONTO YA FUERON JUNTOS AL PARAISO, A ESE QUE NO TODOS LLEGAN Y DEL CUAL NADIE TE DESTIERRA.

Abbita said...

Ohhhhh!!!! Lilith, eres mi idolo! oh si! cuando sea grande quiero ser como Lilith.

mundito said...

Wow!!!!!!

Anonymous said...

Esos placeres se dan al 100% cuando nos volvemos discípulos de hedonismo, no es egoísmo, pero si ambos se concentran en obtener lo deseado uno del otro. Eso es comunión, no chingaderas.

Vientos Lilith, sabeiamos que tenías muchísimas cosas muy vivas qué compartirnos.

Anonymous said...

No se que es más delicioso –en el sentido más estricto de la palabra- leer tu relato, imaginar a Lilith amar de esa manera, o conocerte… Y saber el peso exacto de cada palabra, de cada frase y el efecto que sobre ti genera… En dos vías, al momento de escribir y por supuesto cuando tu piel sintió todas estas sensaciones que hoy te permiten entender a la primera mujer…. Un beso de un Lobito que te quiere y ahora canta a la luna en la Otomí-Tepehua

Anonymous said...

lo que yo queria, gracias